martes, 21 de febrero de 2012

A study in Scarlet: Memoirs Gulliver Project 2005-2006




Introducción

Sabemos que la mayoría de las víctimas de todas estas turbulencias, devastadoras de la palabra luminosa, han sido los niños y jóvenes. Ellos han padecido en su propio ser la aspereza de un lenguaje mancillado del que se vuelven su espejo. Cómo lograr que esa fisura no siga abriéndose, es asunto que nos compete todos, sobre todo aquellos para quienes la palabra que brota de la poesía no es el simple deporte de los vocablos, sino un acto sagrado de celebración de la vida y respeto por el otro. Es en la palabra donde se cifran nuestros enigmas y por eso hablar es la forma más primitiva de poetizar. “El lenguaje es la casa del ser”.  

Dada la experiencia acumulada en una década de trabajo con talleres de creación literaria en múltiples sectores de la población, se considera que la realización sistemática de esta actividad contribuye a la formación de una nueva actitud generacional frente a los problemas de la vida cotidiana, gracias a que posibilita el desarrollo de las capacidades individuales de cada asistente en el uso creativo del lenguaje.

Prologo

Todo comenzó con la risa de los niños y terminará con ella”. (Rimbaud)

Y qué mejor si ese encuentro se realizaba alrededor de la experiencia viva de la palabra, fuerza, potencia, energía vital disponible para todos, pero desdichadamente, ignorada por muchos, menospreciada por la misma sociedad a la que debería servir y nutrir.

Asumimos la tarea de llevar nuestra experiencia y conocimiento de la poesía a los niños de las escuelas populares más olvidadas de la ciudad, buscando con ello, no sólo compartir ese saber formal en torno del lenguaje sino abrir un espacio de reconocimiento, de conciencia individual y colectiva, de sensibilidad y recomposición espiritual que desde el alma de los niños, tanta falta de atención, tanta precariedad, tanto desprecio, desafecto, indiferencia, dolor, soledad, violencia, desgarramiento, miseria, revelaban.

Algunos encontraron las dificultades normales en estos casos, desde la del difícil acceso a las escuelas, hasta la incredulidad y desconfianza que despertaban las visitas de personas extrañas al medio y al ámbito escolar incluso, en algunos profesores y personas del vecindario.

Fue muy gratificante para la mayoría de los poetas, comprobar cómo aparecían lenta o rápidamente los signos, los gestos, los detalles más alentadores del afecto, la simpatía, la esperanza. Las emociones de parte y parte fueron emergiendo, cálidas, abiertas. Alrededor de las lecturas, las historias a viva voz, la conversación espontánea, el intercambio de sonrisas, de pequeñas manifestaciones de amistad, las imágenes que por primera vez descubrían muchos de los chicos, las mismas palabras escuchadas, paladeadas, comprendidas, asimiladas por primera vez; el asombro, la alegría de los juegos propuestos con esas nuevas o viejas palabras; la en principio, desganada y luego empeñosamente manifiesta escritura mínima que muchos se atrevieron a entregar, con frases sueltas, definiciones impensadas, apartadas de la lógica habitual, con sueños súbitamente revelados en el papel; trazos reveladores del alma y la sensibilidad en dibujos plenos de libertad; risas, voces, preguntas al fin desprevenidas, incluso prohibidas

Privilegiamos la espontaneidad, la creatividad, la curiosidad y la soltura del gesto, la expresión, el cuerpo (permitiéndoles estirarse, reclinarse, tenderse o sentarse en el piso, entrar o salir cuando lo desearan); intentamos transmitirles la noción y la sensación de bienestar que procuran los estados de recepción contemplativa y creadora, lo cual en otros ambientes y niveles, les habían sido criticados, señalados incluso como viciosos, peligrosos, nocivos.

Fuimos sorprendidos por su capacidad de respuesta, de entendimiento y proyección. Parecía que la misma necesidad de afecto, de comprensión, de curiosa expectación los convertía en ávidos y diligentes habitantes de un país no tan imaginario como el que les proponíamos encontrar.

Creemos que como propuesta experimental el proyecto Gulliver rompe con los esquemas tradicionales de una educación precaria y empobrecida por la rigidez y la carencia de imaginación, que invita a la risa de los niños, a la fiesta de la creatividad y a exorcizar los miedos; que ayuda a sanar las heridas causadas por nuestra violencia endémica y por el maltrato a la infancia que es un oprobio aquí y en todo el mundo.

INSTITUCIÓN EDUCATIVA LA ESPERANZA
ESCUELA REPÚBLICA DE CUBA

Tallerista: Diana Berrío
Participantes: 15 niños

Bobo:
Es una persona que no tiene conciencia de lo que hacen los demás.
      Dayan Camilo Hincapié (8 años)
Cárcel:
Es un policía que no muere y siempre nos atrapa.
      Lizett Saldarriaga (9 años)
Infierno:
Es cuando nos mandan los adultos con rabia.
      Carlos Alberto Londoño (10 años)
Paz:
El sonido de una bala.
      Juan Fernando Echeverri (12 años)

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